Corrupción: daños colaterales

La corrupción tiene innumerables efectos negativos en una sociedad. Los más visibles son los económicos: no solo las coimas que se entregan a funcionarios corruptos representan una pérdida para el país. Hay además costos en ineficiencia al contratar empresas corruptoras y costos administrativos al favorecer procesos viciados. Sin embargo, la corrupción también tiene efectos dañinos y duraderos que no son tan visibles. Me refiero a los desincentivos que genera en el aparato burocrático actual y futuro, incluyendo perfiles técnicos y técnico-políticos.

Todo buen administrador sabe que la motivación de un empleado no depende exclusivamente del salario que recibe. Hay factores adicionales que motivan a ser productivo y comprometido con el trabajo: el ambiente laboral, el potencial de carrera, la estabilidad, las capacitaciones técnicas, entre otros. Expertos en cultura organizacional agrupan estos elementos en motivaciones objetivas y subjetivas. En el primer grupo hablamos de compensaciones económicas y beneficios materiales. En el segundo grupo están las motivaciones simbólicas que suelen ser más importantes a medida que los perfiles son más altos en jerarquía y profesionalismo. Por ejemplo, un ejecutivo de alto nivel es menos probable que se cambie a otra empresa solamente por el salario: él va a analizar con anticipación el prestigio, el liderazgo, la marca y la percepción pública de esa organización. Esto lo hace porque sabe que –a la larga– el prestigio del lugar de trabajo se contamina al prestigio del trabajador.

Al ubicar estos elementos en el contexto actual ecuatoriano encontramos un agravante. En los últimos 10 años el aparato burocrático ecuatoriano se racionalizó con la eliminación de la tercerización y la vigencia de la nueva Losep. La burocracia creció en alrededor de 90.000 servidores, llegando a una masa cercana al medio millón de trabajadores. No obstante, hubo una característica particular: aproximadamente el 40% de los nuevos burócratas son menores a 35 años. Según el INEC, el promedio de edad de los empleados públicos en Ecuador en el 2007 fue de 46 años, al 2014 esta cifra bajó a 41 años. Esto significa que la nueva burocracia ecuatoriana está más alerta a las condiciones laborales de su organización puesto que aún tiene tiempo de decidir si continuar con su carrera en el sector público. El burócrata joven, al observar que existen actos de corrupción, necesariamente va a pasar por la reflexión de cuan conveniente es continuar en ese camino institucional. Por supuesto, esto es igual de probable si el empleado trabaja en una empresa privada afectada por escándalos de corrupción. Sin embargo, la incidencia es menor porque la corrupción está más asociada hacia el manejo de fondos públicos.

El burócrata podría asimilar el mensaje de que la corrupción es un mecanismo válido de crecimiento profesional, podría interpretar que no está mal evadir ciertos procesos; puesto que a los que rompieron las reglas antes no les fue tan mal.

El burócrata se enfrenta entonces a un dilema. La primera opción es continuar su carrera y evitar ser parte de actos dolosos, poniéndose alerta para evaluar en qué momento es necesario poner los dos pies afuera. En este escenario, sin haber hecho nada, se genera incertidumbre, lo que afecta la productividad, el compromiso y el ambiente de trabajo. Aquí hay ya un costo social relevante y escondido. La segunda opción es aún más peligrosa y perjudicial para la sociedad. El burócrata podría asimilar el mensaje de que la corrupción es un mecanismo válido de crecimiento profesional, podría interpretar que no está mal evadir ciertos procesos; puesto que a los que rompieron las reglas antes no les fue tan mal. Aquí radica el mal peor: la naturalización de comportamientos antiéticos es la semilla de la corrupción estructural, un cáncer que es prácticamente imposible de extirpar.

El Gobierno debe erradicar urgente y visiblemente todo rastro de corrupción, no solo por sus efectos económicos sino por el impacto social que provoca tener una burocracia desmotivada. En los últimos 10 años se invirtieron ingentes recursos en contratar, capacitar y formar un aparato burocrático más moderno, dinámico y servicial. Si no se ataca rápidamente la corrupción y se hacen visibles los resultados, esa inversión corre peligro en su totalidad, con el agravante de que convencer a buenos perfiles costará, económica y simbólicamente, cada vez más.

(O)

 

Publicación Original:

https://www.eluniverso.com/opinion/2017/06/07/nota/6219229/corrupcion-danos-colaterales

Sobre los nuevos cambios del INEC en las categorías de empleo

Byron Villacis

El Instituto de Estadística de Ecuador (INEC) ha vuelto a realizar un cambio en las categorías de análisis del Mercado Laboral sin previa discusión ni aviso. En Octubre del 2014 eliminó la anteriores categorías de Ocupación Plena, Subempleados y Ocupados no Clasificados y las reemplazó por Empleo Adecuado, Empleo Inadecuado y Empleo no Clasificado. En ese cambio el Subempleo se redujo en considerable proporción al convertirse en una subcategoría del Empleo Inadecuado. En su momento realicé tres críticas a estas modificaciones: 1) las connotaciones de juicio de valor de palabras como “inadecuado” se deben evitar en estadística pública: confunden y hasta pueden generar problemas de interpretación de legalidad de empleo, 2) la ausencia de un marco teórico y de una discusión interinstitucional PREVIA para realizar ese cambio y, 3) el INEC argumentó que los cambios se realizaron porque la OIT los recomendaba, cosa que no aparecía explícitamente en ningún documento oficial internacional hasta antes de los cambios realizados. En ese momento dije que el INEC tarde o temprano tendría que cambiar esas denominaciones, pero que lo urgente era que lo haga en un proceso transparente y participativo.

A menos de dos años de ese cambio, los reportes de Marzo del 2016 y en especial de Junio del 2016 vuelven a presentar modificaciones sin previo aviso ni discusión. Aquí se resumen los cambios aparentes al comparar los reportes de Diciembre 2015 con Junio 2016. Desafortunadamente no hay un documento oficial que explique si hay más cambios, por qué los realizaron, con qué marco conceptual y si alguna institución intervino en la discusión.

  1. Desaparece, de las presentaciones y de las bases de datos, la categoría “Empleo Inadecuado”. A pesar de que los últimos documentos metodológicos disponibles siguen describiendo al Empleo Inadecuado como una categoría oficial, en los reportes de Marzo 2016 y Junio 2016 la categoría ha desaparecido. Se asume que decidieron unilateralmente disolver el indicador en las tres partes: 1) la tasa de Subempleo (que no son los Subempleados de la metodología previa a Octubre del 2014), 2) la “Tasa de Otro Empleo No Pleno” (que se asume es lo que antes se conocía como la tasa de “Otro Empleo Inadecuado”) y, 3) la Tasa de Empleo no Remunerado. Es decir, se elimina de los reportes el Empleo Inadecuado y se cambian las etiquetas de otras categorías.
  2. Se cambia la denominación de “Empleo Adecuado” por “Empleo Adecuado/Pleno”. Es decir se recupera en parte la denominación de antes del 2014 (Ocupado Pleno) pero manteniendo la palabra Empleo (a pesar de que los individuos incluidos en esta categoría trabajan pero no necesariamente por un salario, por ello era más idóneo llamarlos Ocupados, como estaba antes del cambio del 2014).
  3. Se promociona una nueva categoría: “Empleo Bruto”. La serie estadística de este indicador se empieza a presentar desde el último trimestre, a pesar de que no existe hasta la fecha un solo documento que explique de donde salió este indicador, bajo qué marco conceptual, con qué intención o bajo la discusión de que entidades[1].

Ud. Puede ver los cambios realizados aquí.

¿Qué consecuencias tienen estos cambios? 1) Dificultan la lectura de la evolución del mercado laboral, primero disolviendo la categoría original de Subempleados para luego convertirla en Inadecuados y para finalmente eliminar la categoría agregada. 2) Se crea una categoría sin referencia técnica, metodológica o académica o en el peor de los casos se usan indistintamente palabras como si significaran lo mismo y se las cambian informalmente, sin anuncios, sin discusión. 3) Obscurece la forma de evaluar la verdadera variable de interés del mercado laboral ecuatoriano: los subempleados. Ese debería ser el centro de atención de política publica. Y finalmente lo más grave: 4) Se cambian categorías, denominaciones de indicadores, bases de datos y reportes sin previo aviso ni discusión, con una informalidad riesgosa. No se sabe si el siguiente trimestre habrá un nuevo cambio, si estos se mantendrán o que motivará uno nuevo. Dificulta analizar el mercado laboral justo cuando más ayuda y nuevas ideas se necesitan: para entender lo que esta pasando y ayudar al país se necesita saber que sucede con su fuerza laboral; dos cambios en menos de dos años y sin justificaciones no colabora con la institucionalidad ni transparencia estadística del Ecuador[2].

 

[1] El INEC ha respondido oficialmente en su portal que este indicador se lo viene usando desde el año 2007 y además cita dos documentos donde dice que se puede encontrar las definiciones y tabulados. Luego de revisar detenidamente la respuesta se evidencia que el INEC esa confundiendo “Empleo Bruto” con “Tasa de OCUPACION Bruta”. Es decir, considera que la palabra “Ocupación” significa lo mismo que “Empleo”. Claramente esto es una consecuencia de no atender a la importancia de respetar etiquetas, denominaciones y sobre todo su concepto teórico. Son dos etiquetas distintas, que significan dos cosas distintas. Cuando el INEC introduce un nuevo indicador asumiendo que significan lo mismo confunde conceptos y por ende confunde al usuario. Apelo a la rigurosidad metodológica y me pregunto: ¿Qué tan sencillo seria cambiar las palabras de indicadores en Institutos donde la normativa se basa en conceptos? ¿Cómo el usuario sabe cuando el Instituto cambió una palabra y no quiso cambiar un concepto? ¿Cómo el usuario sabe cuando un concepto es distinto pero se mantiene la etiqueta o palabra? Para eso sirven las metodologías y para eso se exige que se respeten los detalles de las metodologías con rigor y disciplina: porque son elementos técnicos que se deben manejar con transparencia, no con informalidad. Por mínimo que sea el cambio que se decide realizar debe explicarse con ANTICIPACION y ARGUMENTACIÓN CONCEPTUAL. No son denominaciones o categorías que se las puede cambiar o manipular con informalidad porque son datos oficiales.

[2] El INEC ha respondido oficialmente que los cambios realizados son estéticos y de forma. Quisiera que los autoridades y técnicos del Instituto (que dicho sea de paso son excelentes personas) se pregunten en sus adentros si cambios como los realizados serian permitidos de ejecutar en otros institutos de la región y el mundo sin previo aviso. ¿Qué pasaría si de un día a otro se cambian los nombres de variables, las bases de datos y las presentaciones de las encuestas de empleo de por ejemplo el INSEE de Francia o el Labor Bureau de los EEUU? ¿Qué respondería un técnico —honestamente— si luego de modificar palabras, eliminar otras y cambiar bases de datos de una encuesta fundamental se le consulta si eso significa o no cambio de metodología? La respuesta la dejo para cada uno, con el honesto ánimo de pedir formalidad en el manejo de información sensible como la estadística pública, que nos pertenece a todos.

Historia sin urgencia para estudiantes de Yachay

Este texto no esta escrito para los opinólogos en Ecuador. Tampoco para los expertos en educación, ni para los aplaudidores de lo bueno o de lo malo. Esta escrito, sin urgencia, para cada estudiante —actual y futuro— de Yachay.

Seguramente te habrá sorprendido la avalancha de críticas al proyecto, te habrás sentido ofendido y hasta aludido. Y hasta pudo haber dolido: se entiende porque —con un 80% de probabilidad, aproximadamente— eres una persona que ha sido vulnerable en la historia de tu vida. Aparte, estas en una etapa en que todo huele a incertidumbre, vives en una ciudad nueva, con gente nueva, alejado de tu familia, pensando frecuentemente si lo que estás haciendo es lo adecuado para tu vida. Seguramente pasas noches en duda. Algunas en tristeza. Otras en angustia. Seguramente, a veces se te escapa una lágrima extrañando casa, pero luego se te pasa. Vas a encontrar gente que siga atacando al proyecto y a tu carrera, a tus decisiones y a tus indecisiones. Pero, ¿adivina que? De eso se trata.

Todos los ex estudiantes de la San Francisco son victimas de un estereotipo. Los de la Flacso de otro. Los de la Central de otro. Los de la Udla de otro. Pero son las personas las que hacen a las instituciones, no al revés. Si quieres sobresalir lo vas a hacer donde quieras, pero en Yachay tienes la ventaja adicional de estar en una universidad que tiene visión, ambición y está construyendo redes.

Eso es fundamental en la academia moderna. Lo aprendí a las bravas.

***

La primera vez que apliqué a un doctorado me pasé un año preparándome para los exámenes y buscando los programas que se ajustaban a mi perfil. Tomé el consejo de aplicar a tres tipos de universidades: las top, las que estaban en la mitad  y las que estaban debajo de la mitad del ranking. Así minimizaba —ligeramente— el riesgo de ser rechazado. Luego, era fundamental tener buenos exámenes en matemáticas e inglés: tuve que tomar dos veces el horrible GRE y dos veces el TOEFL. Mi objetivo era tener notas sobre el 90% de la distribución (es decir, tener una calificación superior al noveno decil mas competitivo del grupo que ha tomado el examen), que era lo recomendable. Escribí entre diez a doce versiones de mis statements (ensayos académicos y personales donde describes por que eres un buen candidato) para explicar por qué mis ideas de investigación eran útiles. Los hice revisar por estudiantes aceptados, profesores y amigos. Pedí cartas de recomendación a académicos de Ecuador que conocían mi trabajo. Construí una hoja de vida que resaltaba mis logros profesionales. Invertí dinero: enviar cada aplicación cuesta alrededor de cien dólares, más el papeleo administrativo, el tiempo, el costo de exámenes. Envié seis aplicaciones. Había hecho todos los deberes, así que —harta fe de por medio— hasta me puse a planificar cómo iba a vivir y qué iba a investigar.

Ninguna universidad me aceptó.

Tristeza. Desilusión.

Pasé varias semanas pensando si de verdad quería hacer el doctorado. Me pregunté si no prefería continuar con mi vida profesional en el Ecuador. En ese momento estaba a mi cargo una oficina pública, tenía un buen sueldo, la gente me apreciaba, me gustaba lo que hacía y lo mejor de todo: tenía un equipo de lujo que ya empezaba a dejar una huella. ¿Para qué dejar toda esa comodidad de lado? En ese tipo de puestos uno está encerrado en una burbuja burocrática: cree que uno domina la materia y que el criterio propio es el que mueve las cosas.

Cuando estaba en esas dudas, me encontré con un viejo amigo. Había sido mi jefe en una multinacional. Apenas empezaba a contarle mi historia me interrumpió. “¿Cuánto tiempo estas en el puesto actual?” Iba para los cinco años. “No me importa si aplicas o no al doctorado, renuncia inmediatamente.” Yo lo refutaba: tenía mucho que hacer, las transiciones son difíciles, hay muchas cosas pendientes. No es tan fácil. “Son pretextos porque tienes miedo. Tienes miedo a fallar, tienes miedo a intentarlo de nuevo”. Yo se lo negaba, pero él insistía: decía que su paso por multinacionales, empresas locales, regionales, el gobierno y la academia mostraba la repetición de un patrón. “A los cinco años de hacer lo mismo te empieza a invadir el miedo a salir de la burbuja. ¿Crees que eres un líder y tienes miedo a irte? Líder es el que logra que las cosas que se hagan sin que uno este presente, el resto son jefes, nada más”.

Entonces, empecé a dudar: podía ser que fuese cierto. “El peor pecado que puede cometer un hombre en el mundo laboral es enamorarse de una posición, pensar que uno lo sabe todo y que uno es indispensable”, me dijo mi exjefe y amigo. “Pase lo que pase no permitas que sean mas de cinco años, envía siempre una señal de alternabilidad y recuerda que deben recordarte por bueno, no por necio”. Me decía, además, que si no lo hacía entonces ¿cuándo? Sonaba congruente: “si no aplicas de nuevo, vas a perder el doble porque vas a desperdiciar el aprendizaje de la primera pérdida. No puedes renunciar a tus sueños por un falso sentido de seguridad. No seas cobarde, renuncia e inténtalo de nuevo.” Le dije que tenía razón. Él me contestó:

— No todo el mundo tiene razón, todo el tiempo.

En la vida siempre necesitamos alguien que nos putee. A los seis meses renuncié.

***

El segundo intento fue más feliz.

Empecé por lo obvio: averiguar por qué no me habían aceptado la primera vez. Llamé a cada una de las oficinas de admisiones, hablé con todos los responsables del proceso y me llevé una fría sorpresa: mi aplicación era casi perfecta, solo había fallado en las cartas de recomendación. Resulta que “mi red académica” no era lo “suficientemente conectada” para tener influencia en los departamentos de admisión.

El asunto era bastante irónico porque mis cartas eran de muy alto nivel en Ecuador.

En serio, de muy alto nivel.

Me di cuenta de mi realidad: nuestro país estaba desconectado de la red de investigación americana. Por más alto nivel que tenga una recomendación, sino es de alguien que continuamente escribe, presenta, discute, enseña y esta conectado al mundo académico gringo, no cuenta. Simple, triste y definitorio.

Así que me puse a construir contactos académicos para que conozcan mi trabajo y, así, vean mi potencial. Muchos tomaron casi un año en ser logrados —cartas, visitas, llamadas, emails de por medio—. Como había renunciado ya a mi trabajo, y estaba concentrado en mis investigaciones pude construir esa red a la que —un año después— le pedí nuevas cartas de recomendación. Tuve una ventaja adicional: me habían invitado a ser visiting scholar de un prestigioso centro de investigación que amplió mi red de contactos de forma diametral.

Al pasar un año mi aplicación había dado un giro: tenía mejores exámenes que superaban el 95% de la distribución, mejores statements y sobre todo, mejores cartas de recomendación. Esta vez, tuve gente al lado que me dijo que podía ser más ambicioso, que podía intentar solo a las mejores opciones. Apliqué a las siete mejores universidades. Obtuve siete aceptaciones.

Los procesos de admisión son competitivos, estrictos y regulados, pero no todo es formalidad: lograr ser aceptado esconde más de una táctica, invisible a los manuales. Y sobre todo:  networking matters. And matters a lot.

Hace tres días me escribió un ex alumno de la maestría de la ESPOL. Me contó que estaba agradecido porque le había servido mi contacto en un instituto de investigación alemán para aplicar a un puesto de analista. Cerró su correo con una frase que me animó a escribir este texto. La copio textual:

No me considero un genio pero así lo sea lo que me sirvió para ser aceptado es el contacto que Usted me dio. Esa persona a su vez me dio otro contacto que terminó ayudándome con  otro contacto para ser aceptado. Es increíble pensar que hace seis meses estaba acostumbrándome a mi puesto de “obrero” pensando en cuidar mi sueldo y ahora estoy por empezar el trabajo de mis sueños.

Las relaciones importan. Muchísimo. Así es el circuito académico mundial.

En Yachay tienes los contactos para hacer networking. Las redes académicas son fundamentales no solo para conectarse entre universidades sino para expandir las oportunidades de sus estudiantes. Ese activo es inconmensurable y Yachay apunta a construirlo. Además, tienes infraestructura para que desarrolles tus ideas, tiene respaldo político para que dure en el tiempo. ¿Es perfecta? seguramente no, pero tienes que aprovechar la oportunidad que muy pocos la tienen.

Mi pedido inicial es que aproveches la oportunidad, que propongas, que seas crítico, que exijas transparencia, que leas, que escribas, que ayudes, que preguntes, que cuestiones.

Sobre todo eso: que cuestiones todo.

No te preocupes por lo que digan. Esos que hace un mes eran expertos en educación superior, ayer eran expertos en volcanes, anteayer eran expertos en deuda externa y pasado mañana van a ser expertos en incendios. No confíes en quien pretende saberlo todo, menos si se evidencia que quiere hacer daño a alguien. Se crítico con todos, en especial en momentos de crisis, exige transparencia y rendición de cuentas. En especial, se crítico con quien quiere atacar todo u ocultarlo todo. Como dijo mi exjefe: no todo el mundo tiene razón, todo el tiempo.

***

Este texto tampoco tiene la intención de ser un motivador sin crítica ni propuesta. Intencionalmente he esperado para que no sea leído con urgencia, en medio de cualquier escándalo[1]. En realidad, se trata de decir algo claro sobre la influencia del networking tan decisivo: es injusto.

Es injusto porque muchos otros no tuvieron la suerte de tener la educación que tuvimos o los contactos o el contexto. Ellos no pudieron aprovechar oportunidades que quizás estuvieron muy cerca de ellos, pero en su caso nadie les ayudó, no tuvieron un contacto que les permitió entrar y participar en una red.

Por eso debes ser crítico con esa cantaleta de ciegos que piensan que la vida esta asegurada si te esfuerzas, si compites, si piensas solo en ti, si fomentas el individualismo y piensas que la competencia personal es todo.

Eso es una tontería: yo no hubiera sido aceptado en mis aplicaciones si no hubiera tenido redes que me ayudaron a entender cómo aplicar. En nuestros países, la mayoría de los más grandes empresarios lo son porque tienen contactos (casi siempre familiares) que entre ellos se ayudan a preservar sus ventajas, y la mayoría de políticos en el mundo están donde están porque cultivan sus contactos. La competencia perfecta no existe.

Las redes importan, pero es mas importante hacer notar que importan. Ese es el pedido de este texto: intentar que la redes importen menos. ¿Cómo? Visibilizándolas, demostrando que son una barrera, pero al mismo tiempo aprovechándolas para usar los beneficios y expandir una comunidad académica y sobre todo social.

***

De vacaciones en Quito volví a encontrarme con mi exjefe de la multinacional. Con alegría le contaba mi experiencia de cómo había logrado zafarme del mundo burocrático, y cómo había vivido el proceso de acoplarme a otra cultura. Me preguntó qué viene luego, me dijo que era hora de pensar en el futuro, de competir por algo nuevo. Le sonreí:

— No todo es competencia, no todo es sacrificio. Es más, creo que mis momentos de mayor creatividad vienen cuando menos inmiscuido estoy en esa cultura de la competencia, le dije.

— Es que a pesar de estar en los treintas todavía eres un crío, debes entender que la educación es una herramienta para tu futuro laboral, para conquistar más y mejores metas. ¿Otra vez tengo que recordarte que debes atreverte a soñar?

—Pero yo no hago un Phd para competir, de verdad me gusta esto.

—Eso es lo de menos, ¡hay que competir!

—Esta bien competir, esta bien superarse pero esta mejor hacer las cosas porque te gustan, porque te apasionan, encontrar aquello que te gusta y hacerlo bien. Esta bien disfrutar. Cuando miro hacia atrás me doy cuenta mas de eso: competir te puede llevar a ciclo perverso donde te concentras en ganar, y cada vez mas olvidas disfrutar lo ya ganado. La gente que solo pasa compitiendo esta perdida en un espiral obscuro. Fernando Trueba y Pep Guardiola ya lo han dicho: esta en el presente el mejor juego del futuro. El presente como un juego en equipo, sobre todo eso: en equipo.

—No se quién es Trueba y Guardiola, ¿no es el entrenador de fútbol?

—Si, el otro es un director de cine. ¿Ves lo que te pierdes de la vida?

—¿O sea que ahora escuchas más a entrenadores de fútbol que a alguien con experiencia laboral a nivel mundial?

— Tú sabes: no todo el mundo tiene razón, todo el tiempo.

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[1] Lo que no quiere decir que la crisis deba ser minimizada. Toda crisis institucional debe ser solucionada con etica, legalidad y transparencia. El ciudadano deberia tener capacidad para vigilar cómo se administran proyectos tan grandes como Yachay. Este texto no intenta hablar del cómo hacerlo, pero si sugiere que las autoridades académicas deben asegurar mecanismos institucionales de rendicion de cuenta que no dependan de cualquier gobierno.

Texto originalmente publicado en http://gkillcity.com/articulos/el-mirador-politico/historia-sin-urgencia-los-estudiantes-yachay